La curación de contenidos es el procesamiento de diferentes fuentes de información para crear un nuevo contenido de mayor calidad y novedad que los que ya existían. Tradicionalmente, los periodistas han tenido una carpeta, un cajón, un armario al que llamaban “la nevera”. En él se guardaban temas de fondo, información de casos y diferentes referencias organizadas que después servían (sirven) para construir las noticias, los reportajes, las entrevistas.
En la nevera se guardan los informes relacionados con un tema de largo recorrido, se guardan esas pistas sobre algo que en un futuro puede convertirse en noticia o simplemente las noticias que ocurrirán y que debes tener preparadas, como son las necrológicas de los personajes de actualidad.
Gracias a la nevera, los periodistas pueden rápidamente crear informaciones de calidad, con fuentes diversas, datos contrastados y que pueden evolucionar cada día. Pues bien, el marketing de contenidos tiene su propia nevera en Internet y son todos los documentos que vamos recopilando, artículos que leemos aquí o allá, entrevistas, reuniones, conferencias, congresos… y que tarde o temprano se transforman en un contenido nuevo, atractivo y de calidad.
Ese proceso es el que se llama curación de contenidos.
El proceso de curación de contenidos
El proceso de curación de contenidos nace con la captación de fuentes de información a través de la suscripción a blogs, podcast o informes. La clasificación de esa información dependerá de los temas de interés y del uso que vayamos a dar a la información y a los contenidos.
Si tienes un blog, por ejemplo, puedes guardar artículos, ebooks, informes, vídeos, etc en carpetas que se correspondan con las categorías de tu blog. Cada vez que tengas que escribir un post o hacer un podcast, puedes visitar la carpeta correspondiente y revisar la información que hay en ella y su actualidad o conveniencia para lo que quieras escribir.
En algunas ocasiones no existe un documento escrito y es necesario generar una nota con lo aprendido en una conferencia, lo hablado en una reunión de networking o aquella idea que fue fraguándose en la cama mientras cogías el sueño.
Todo contenido es adecuado para ser consultado y valorado en algún momento. A partir de la información de que disponemos en nuestro archivo documental, vamos construyendo la estructura del contenido que vamos a desarrollar.
Esta es la segunda fase de la curación, la organización de diferentes fuentes de información para que compongan un relato interesante, atractivo y convincente. Es el momento de coger esta cita de aquí, el vídeo o la infografía para ilustrar el post, ver dónde encaja cada parte y transformar un cúmulo de información en un contenido de calidad.
Y una vez que hemos usado una fuente de información, un artículo, un informe, debemos tener la precaución de señalar aquello que ya hemos referenciado, aquello que ya hemos utilizado, para que en otra ocasión podamos referirnos a contenido nuestro y de esa forma se vaya construyendo un relato coherente a través de nuestras propias fuentes de información.
Aunque esto puede parecer sencillo y que es lo que hacemos todos, la verdad es que en la mayoría de las ocasiones el contenido es un “corta y pega” sin manipulación ni procesado. Es ahí donde nace el error, donde no aportamos valor añadido y donde nuestro cliente potencial, nuestro lector, nos abandona porque piensa que eso ya lo ha leído en otra parte. ¿Tendrás la precaución de curar tu contenido la próxima vez?
En resumen, si quieres crear contenido novedoso, útil y de calidad debes buscar fuentes de información que aporten un valor añadido a lo que tú ya conoces.
Aunque parezca mentira, tu labor como informador es la de procesar esas fuentes de información, dar coherencia a todo el conjunto de datos y sobre todo aportar tu estilo y tu capacidad de análisis para sacar conclusiones, dar nuevos enfoques y generar contenido de alto valor añadido para tus clientes o tus lectores. Eso es la curación de contenidos.
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